Guerras de Bolivia

La enseñanza de la Historia siempre y en todas las latitudes ha sido utilizada por los Estados como mecanismo para la creación de identidades nacionales, de acuerdo a los intereses y objetivos que se plantea cada Estado en particular. Para conseguir este efecto, los países han recurrido de forma activa a la exaltación y el sobredimensionamiento de hechos que les han sido favorables para la formación de su nacionalidad; como las victorias militares, los avances científicos, los descubrimientos geográficos e, inclusive, los éxitos deportivos.

También los países han recurrido frecuentemente a la atenuación y la supresión de hechos que pudieran comprometer una imagen positiva de la evolución histórica de sus respectivos Estados. Son también frecuentes la distorsión, la tergiversación y otras formas de engaño deliberado para lograr el objetivo de formar una identidad nacional fuerte, aún a costa de la verdad histórica.

No obstante esta realidad universal, ¿qué es lo que ha sucedido –y sucede- en Bolivia? Pues exactamente lo contrario. Desde un punto de vista práctico, los contenidos de los programas de enseñanza de la Historia boliviana parecieran estar diseñados para entorpecer o, en definitiva, impedir la formación de una identidad nacional.

En nuestro país la enseñanza de la Historia, basada en libros llenos de vacíos y catástrofes, no hace otra cosa que demoler nuestra conciencia nacional. Se ha destruido la autoestima de las nuevas generaciones mostrando solamente derrotas bélicas en nuestros libros de Historia. Y una cosa debe quedar clara: no es posible enseñar sólo las derrotas de nuestro pasado y pretender que las bolivianas y bolivianos vean a su país vencedor, positivo y progresista.

Sólo los Estados exitosos sobreviven. A lo largo de nuestra historia hemos cometido errores, pero Bolivia no existiría en este momento si no hubiésemos tenido más aciertos que fracasos. El Ejército no existiría si no hubiese tenido más victorias que derrotas; no obstante, ¡Qué difícil es asociar la palabra victoria con Bolivia! Esta es una falsa percepción que debe desmontarse revisando nuestra historia; y vamos a comenzar aquí y ahora.

https://www.academia.edu/37952731/Guerras_de_Bolivia?source=swp_share

Incluido por el Ministerio de Educación del Estado boliviano como bibliografía oficial para el examen de ascenso de categoría (Área de Ciencias Sociales)

Bolivia…13 Guerras Internacionales (TERTULIA Siglo y Cuarto)

El nacimiento de Bolivia 1809-1825 (Documentales Siglo & Cuarto)

Victorias Robadas

Publicado en el periódico La Razón, en Octubre de 2009

José_Ballivián_Segurola
Mariscal José Ballivián
Imagen de De Diego Jaramillo Velarde – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=28030510

La enseñanza de la Historia siempre y en todas las latitudes ha sido utilizada por los Estados como mecanismo para la creación de identidades nacionales, de acuerdo a los intereses y objetivos que se plantea cada Estado en particular. Para conseguir este efecto, los países han recurrido de forma activa a la exaltación y el sobre-dimensionamiento de hechos que les han sido favorables para la formación de su nacionalidad; como las victorias militares, los avances científicos, los descubrimientos geográficos e inclusive, los éxitos deportivos.

También los países han recurrido frecuentemente a la atenuación y la supresión de hechos que pudieran comprometer una imagen positiva de la evolución histórica de sus respectivos Estados. Son también frecuentes la distorsión, la tergiversación y otras formas de engaño deliberado para lograr el objetivo de formar una identidad nacional fuerte, aún a costa de la verdad histórica.

No obstante esta realidad universal, ¿qué es lo que ha sucedido –y sucede- en Bolivia? Pues exactamente lo contrario. Desde un punto de vista práctico, los contenidos de los programas de enseñanza de la Historia boliviana parecieran estar diseñados para entorpecer o, en definitiva, impedir la formación de una identidad nacional.

Al interior del sistema educativo boliviano se enseña una Historia boliviana de permanentes despojos de importantes territorios y recursos naturales estratégicos, que sobrevienen como consecuencia de estrepitosos desastres bélicos, sufridos a manos de la mayoría de nuestros vecinos.

Semejante contenido no puede sino generar un sentimiento de impotencia en las bolivianas y bolivianos, que ha desembocado en el surgimiento de una identidad nacional, individual y colectiva, malformada. Dicha identidad se caracteriza por una amplia y exagerada conciencia de los fracasos, pero ignorante e indolente con respecto a los éxitos del Estado boliviano.

Este notable desequilibrio ante la conciencia de la derrota y el desconocimiento de la victoria, deriva en una frustración permanente y un enorme pesimismo en la interpretación de la realidad y el destino del país, presentes en todos los ámbitos de la sociedad boliviana. Ello explica suficientemente la mentalidad pesimista que se puede apreciar en las ciudadanas y ciudadanos bolivianos.

Dicho pesimismo induce también a una severa desconfianza de la ciudadanía, en general, en la capacidad de aquellos que tienen en sus manos las decisiones que orientan el desarrollo del Estado. No podría ser de otra manera, si nuestros libros de Historia de Bolivia muestran a muchos de nuestros líderes como imbéciles o traidores; ¿Qué confianza puede existir en nuestros liderazgos?

Sin embargo, los ciudadanos comunes no son los únicos en haber sido afectados por esta particular forma de enseñar la Historia; también los conductores del Estado boliviano sufren de la misma malformación de su identidad, porque han estado sometidos a semejantes deficiencias del sistema educativo boliviano. La élite boliviana, en consecuencia, se educa en la desconfianza hacia los ciudadanos que pretende dirigir y se desenvuelve al margen y -en ciertos casos- en contra los intereses nacionales.

Pero, y después de un repaso por las consecuencias más conspicuas de la enseñanza de la Historia de Bolivia al interior del sistema educativo, ¿No cabe acaso preguntarnos si es adecuada esta forma de mostrar a Bolivia ante las nuevas generaciones de bolivianos y bolivianas?, ¿no es pertinente cuestionarnos acerca de la veracidad de lo que se enseña y hemos aprendido en las escuelas y colegios de nuestro país?, ¿Será verdad que Bolivia es la eterna derrotada y despojada?

Mientras pensamos en las preguntas antes realizadas, permitámonos hacernos otras dos que tienen un carácter más personal: ¿Qué tipo de individuos seríamos si en la escuela y el colegio nos hubiesen enseñado una Historia en la que los éxitos hubiesen sido más destacados que los fracasos? ¿No habríamos construido una mejor sociedad y un mejor Estado si en nuestra conciencia estuviesen grabadas con mayor fuerza las victorias de Bolivia, en lugar de sus derrotas?

La guerra antes de la Guerra

(Reseña del libro «Siete Sellos: Geopolítica del Chaco Boreal, hasta la Guerra del Chaco»)

Por: Homero Carvalho Oliva

Cuando leemos que un libro se titula SIETE SELLOS inmediatamente pensamos en temas esotéricos, suponemos que al abrirlo nos enfrentaremos a conocimientos ocultos y misteriosos de secretos antiguos solo para iniciados. Sin embargo, esta vez nos encontramos ante un libro de historia, cuyo subtítulo es Geopolítica del Chaco Boreal, hasta el inicio de la Guerra del Chaco, escrito por el historiador E. Jorge Abastoflor Frey que decidió elegir también un epígrafe poco menos que arcano: “¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?”. (Apocalipsis, 5:2).

La aviesa intención del autor del libro es ir más allá de las versiones oficiales, esgrimidas tanto por Paraguay como por Bolivia, para justificar la Guerra del Chaco (1932-1935), una contienda que generó todo tipo de especulaciones diplomáticas, posiciones encontradas, así como una amplia gama de manifestaciones artísticas; literatura, música, cine y pintura. La guerra es una herida que nunca cicatriza, pasan los años, los siglos y los milenios y siempre habrá alguien que revele algo nuevo. Eso sucedió, por ejemplo, cuando se descubrió los vestigios de la ciudad de Troya, la memoria de Homero fue invocada inmediatamente. La guerra es el hecho y los seres humanos sus protagonistas, hombres y mujeres somos héroes y villanos. La literatura la ha rescatado desde siempre, nadie se salva de la palabra y esta puede ser cruel o amable para rememorarla.

El leit motiv esgrimido por Abastoflor fue la conferencia de una diplomática paraguaya brindada el año 1994 en la que, según su narrativa, resultaba que los bolivianos éramos “los malos”. Abastoflor pretende, con este libro, dar fin a muchos estraperlos en torno a este tema, porque cree que “es tiempo de la herejía y del final de los “dogmas”, y que cada quien tome la responsabilidad que le corresponde por el desencadenamiento de la Guerra del Chaco”.

El libro, escrito con la prosa ágil y amena que caracteriza a su autor, está dividido en una introducción y trece capítulos en los que va analizando de manera profunda, simbólica y exegética los orígenes de una contienda que aún nos duele, porque la memoria de los caídos está vigente en miles de familias bolivianas y paraguayas.

El Primer sello se refiere al trabajo realizado por las primeras misiones diplomáticas entre ambos países; el Segundo sello nos recuerda a un desconocido Puerto Pacheco; el Tercero nuevas misiones diplomáticas y la mediación uruguaya; el Cuarto la mediación argentina; el Quinto deja al descubierto la muerte del Teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva y sus consecuencias: “Ha caído el quinto sello, sólo deben caer dos sellos más para que se desate el Armagedón”. El Sexto repasa la toma del fortín boliviano “Vanguardia” “¡Es este el momento oportuno, Bolivia debe ir a la guerra!”, arengó el hombre símbolo boliviano y por último el Séptimo sello nos traerá la guerra, el apocalipsis, en este capítulo el autor nos trae, año por año, desde 1921 hasta 1931, los aprestos de la guerra que al final parece inevitable. El libro concluye con un recuento de las misiones diplomáticas enviadas por ambos países desde los inicios del siglo veinte y aquí el lector quedará sorprendido por la información que nos brinda el autor.

Esta obra invita a los lectores a reflexionar acerca de los prolegómenos, los intereses, los cálculos políticos, en fin, acerca de la interacción entre aspiraciones y necesidades humanes generales y formas de vida particulares y, de esta manera, proporciona un paradigma de razonamiento ético que nos hará cuestionarnos la guerra.

  • Homero Carvalho Oliva es Escritor y profesor universitario

Fuente: https://inmediaciones.org/la-guerra-antes-de-la-guerra/?fbclid=IwAR0ZwLUPpwp_unbaFKFTB6TVrXwZRkJUht3F8x01rOGQ5mosBEoegrH7sR8